No sólo enseñaba que las esferas celestes están animadas y
son movidas por las Inteligencias, o sea por ángeles, lo cual era opinión común
entre los árabes, sino que les atribuía la facultad imaginativa, lo cual abre
el camino al sensualismo en psicología, porque tiende a borrar la línea
divisoria y esencial entre los sentidos y el entendimiento.
Al hablar del destino final del hombre, o de lo
que constituye su felicidad y perfección suprema, Avicena deja entrever con
bastante claridad que tenía por despreciables y erróneas las enseñanzas del
Corán sobre este punto.
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